
Este es el tercer post de la serie sobre las lecciones aprendidas este verano.
Una de las cosas que he observado este verano y que me ha animado es la siguiente:
Los discípulos están hambrientos por hacer más discípulos.
Estos son algunos ejemplos:
- Un ingeniero y su mujer son voluntarios en su comunidad para poder estar en contacto con los nuevos inmigrantes que llegan.
- Un carpintero regala sus herramientas a gente que no conoce a Dios para poder pasar tiempo con ellos y enseñarles cómo usar esas herramientas.
- Una mujer joven trabaja durante el día para que, junto con su marido, puedan alcanzar a los Musulmanes por la noche.
Estas son solo algunas de las muchas historias de este verano que me recuerdan lo que dijo Jesús: “Mi comida es que haga la voluntad de aquel que me envió y que lleve a cabo su obra ” (Juan 4:34).
Ahora te toca a ti:
- ¿Son satisfactorios tus esfuerzos como hacedor de discípulos?
- Como hacedor de discípulos, ¿de qué estás hambriento?
- ¿Qué puedes hacer esta semana para ayudarte a satisfacer ese hambre?
Comparte tus ideas y ¡qué empiece la conversación!